febrero 26, 2013

Canciones

Ya estoy cansado de cantar canciones de amor 
Ellas solo hablan de despecho y de traición 
Pero pocas hablan de la rumba y del sabor que te traigo yo
(33, La.   2004)



Cuando uno tiene el alma zaherida, casi todas las canciones se convierten en una tortura. Es que, mejor dicho: casi todo es una tortura. Yo lloro hasta mirando el adoquinado de la calle y el amoblamiento urbano en general.  Lloro con las carretas de frutas, las tortuguitas y dinosaurios de plástico de los baratillos del centro, con los avisos de Se Arrienda, los pandeyucas de Versalles, incluso con la cocacola Zero.  Pero lo peor, lo que entierra aún más dentro, muy dentro, como un implante, el hacha que astilla este loco, ciego y loco corazón, son las canciones. Todas. No hay género que escape de las garras del desamor y del desengaño; y lo que buscan, desesperada y desesperantemente, es desquiciar de manera desmedida a los destrozados y desasosegados corazones despechados, con la destructiva desazón que despiertan sus desgarradoras letras.

Por eso, la profesora de yoga que reside en mi interior, a través de la repetición constante del johnsonyjohnsoniano mantra  "no más lágrimas", ha decidido parar esto, y dedicar los esfuerzos en encontrar líricas constructivas, que ayuden a dejar atrás los dolores del pasado y a sanar las heridas, conservando el power, el style, la ginga, el tumbao y  el flow,  incluyendo elementos que ayuden al aprendizaje, que aporten un pequeño avance en la senda del conocimento. Así entonces, solamente oiré canciones que no tengan nada que ver con amores ni desamores; canciones que hablen de otros asuntos de la vida.  Pero no cosas pendejas, como Gasolina de Daddy Yankee, o Benzin, de Rammstein, que dicen aproximadamente lo mismo (por lo menos en el corito).  No.  A mí me gusta la profundidad. Aprender. Aprehender. De la vida. De la historia.  Por eso lo mío son las canciones instructivas. Como Rasputin, de Boney M; como Rock Me Amadeus, de Falco, o como  Waterloo, de Abba (sí, esta habla de amor pero se le abona su componente didáctico).  Ahí, al compás del muy máximo género disco, mientras uno hace ejercicio aeróbico y segrega dopamina, que le colabora con aquello de la mejora del estado de ánimo, va uno aprendiendo sobre cómo fue el asunto con Raspu y los Romanov, especialmente con la zarina Aleksandra, y cómo fue la matada con veneno y posterior balazo, porque no se moría el viejo ese. Fijo estaba cerrado. Y también aprende uno sobre la vida de Wolfguitang en Viena, donde era el chico más popular de la prepa, aunque con deudas y problemas económicos, quién diría, un prodigio de esos.   Y también Anni Frid, Björn, Benny y Agnetha ilustran sobre la rendición de Napoleón ante el duque de Wellington.  Genial. Máximo. Aportante. Culturizante. A todas luces, constructivo.  Bello, regio, principal, excelente.

Ahí sí, lo que hay que tener es cuidado con lo que uno oye. Criterio. Criterio y wikipedia, o para los que se apegan al pasado, el Pequeño Larousse Ilustrado. No sea que uno oiga el vallenato aquel de quiero ser un Miguel Angel con pincel en mano y hacer de ti otra Mona Lisa y decir que tienen la misma mirada, y le quite a DaVi, así, de una, los créditos de la obra por la que más van a visitar el museo ese que queda en la ciudad esa de la torre esa y los clichés esos.




febrero 11, 2013

Rodya


Y es para ti, Yulexy
(Estrada, Julio Ernesto, 2000)



El joven rechazó el vaso y, en voz baja y entrecortada, pero con toda claridad, hizo la siguiente declaración:
-Fui yo quien asesinó a hachazos, para robarles, a la vieja prestamista y a su hermana Lisbeth.