marzo 05, 2012

Gafapasta

Hoy incursioné en dos mundos:

1. El mundo de la gafa-televisor
2.  El del autofotoestudio con cambio de ropa incluido.

Me tomé 92 autofotos (lo sé, es horrible) y solamente en estas cuatro no quedé con el ojo bizco muy  evidente o con alguna otra cosa muy miedosa.   Tuve tres cambios de ropa.  Yo misma me maquillé.  Todo, para mostrarles el resultado de mi medianamente fructuosa (?) búsqueda de anteojos.  Bueno, acá van las fotos.


Esta es la pose de nerd amigable, mostrando mis gafapastas azules:




Esta es la pose de ñoña mirando al infinito, con gafas-TV moradas:




Acá va la pose de cara de agüevada   persona con dificultades de aprendizaje:



Y por último la pose de gafufa tratando de ser sexy. 




Con este post nos damos cuenta de dos cosas:

1. Menos mal me dediqué a la ingeniería, porque de modelo me moría de hambre.
2. Menos mal la ingeniería me da con qué comer, porque si viviera de este blog, con esta calidad tan deficiente de posts, también me moría de hambre.

Los quiero. Nunca cambien.  <3

Todo esto fue posible gracias al patrocinio de Procrastin-X, mi droga favorita, y a una sobredosis de Nervocalm® Grageas, que me tiene estupidizada desde  1985, año de mi nacimiento  la semana pasada, por multicuestiones personales.


marzo 04, 2012

20/20

A mí me parece hasta tierna y adorable esa torpeza que le da a uno la miopía. Bueno, claramente hasta cierto límite.  No es tierno ni adorable caer aparatosamente al bajarse del bus, como casi me pasa esta semana. Ahí me di cuenta de que, definitivamente, había que cambiar de gafas.

A mi mandar a hacer las gafas me parece jartísimo.  De unas cinco que se alcanza a medir uno en cada óptica, antes de que el vendedor lo empiece a mirar con ojos de "o comprás algo o te mato", lo más problable es que ninguna se le vea bien.  Mi estadística es que, por cada quince monturas que uno se mide, apenas una le queda medianamente decente.  Es una labor dispendiosa, que requiere de muchísima paciencia, tranquilidad, y la genuina esperanza en el corazón de que es posible, entre esas filas y filas y filas de marquitos en los que ves reflejada (si es que puedes ver) tu cara de miope, encontrar algunas con las que puedas sobrevivir otro año, hasta cuando la vida te regale otro poquito de dioptrías.

Mientras uno espera a que lo atiendan en la óptica, tiene tiempo para leer la infaltable revista 20/20.  Esta revista me genera una gran inquietud:  ¿de dónde sacan temas "nuevos" para cada edición?    ¿Qué más pueden publicar?   ¿Adelantos en la forma de pulir la cara interna del lente de contacto, para que quede ultra suave, con nanoompaloompas infrarrojos?   Estoy harta de leer artículos sobre la importancia de organizar bien las vitrinas y sobre la poca oferta de especializaciones en optometría, y eso que voy cada dos años. Pero lo peor de esas revistas no es todo esto.  Lo peor de ellas es la publicidad. No existe publicidad más falsa que la de gafas.  A leguas se ve que esos modelos jamás en su vida han tenido defectos de visión. No portan las gafas con la torpeza debida.  Se les ven demasiado postizas.  A mí siempre me da la impresión de que esos modelos se fueran a quitar las gafas ahí mismo y salir derechito a hacer otra publicidad, de champú o de maquillaje, por ejemplo.  A los publicistas que hacen esos avisos los veo mal (literalmente). No me veo representada ni me siento identificada con esas fotos. Es más, me siento ofendida; es una afrenta contra nosotros, es como cuando ponen una vieja flaca a modelar fajas.  Soy el target y me rebelo, hideuta.  Sinceramente, les digo, desde el fondo de mi corazón, aceptaría mucho más una publicidad de estas hecha por Gina Parody o por Jiggy Drama.  Ahí les dejo la inquietud.