Dígame, dígame de verdad yo cómo voy a hacer para dormir, si usted, bajo mis siete colchones, me dejó un guisante del tamaño de Eurasia.
No puedo patalear ahora, porque el propio Bernardo Sombrosa, muy a tiempo, me lo advirtió. Crudamente, como es su estilo. Crudamente y con su sombrero gris de ala cortita, como es su estilo. Me lo dijo en mi cara y por teléfono. Y es que no hacen ya zapatillas de cristal. Y el rescate de altas torres mediante largas cabelleras, no cumple la resolución 1409 de 2012.Y los enanos se dedicaron al toreo y a rescatar pitbulls, lo que disminuye ostensiblemente la probabilidad de que construyan una urna llena de místico perfume para resguardarlo a uno mientras reposa, inconsciente, por intoxicación involuntaria.
Pero sí me dijo, clarito como el cristal de las zapatillas que ya no hacen, que mirara qué iba a hacer cuando la nada empezara a tratar de asesinarme de a poquitos. Que yo, la Emperatriz, no me podía dejar morir.
Qué colección tan bonita de cuentos la que armaste en esta entrada. Gracias.
ResponderEliminarCada uno es su emperatriz infantil, ¿no?