septiembre 15, 2011

Rubencito

A mí también me pareció muy raro (y muy emocionante) cuando me dijeron que Rubén Blades venía Medellín, a la Fiesta del Libro.  Y no, no a cantar, no. A un conversatorio sobre cine, música, literatura y política.  A hablar, venía.  Un arte que, según vimos, domina tan bien como aquellas por las que ya es famoso.


Yo estaba muy feliz de tener una de las tan codiciadas boletas para entrar al dichoso conversatorio, y después de recorrer parajes desconocidos del Jardín Botánico de Medellín, reclamé mi entrada, me fui a tomar el fresco para estar medio decente, y luego llegué al salón Humboldt, donde iba a hablar Rubencito (sí, yo soy confianzuda y le digo así).

La boleta :D

El sitio no estaba tan lleno como yo supuse que iba a estar, y toda la gente sentada, muy decente, muy quietecita y con cara de emoción.  Luego salió Fernando Mora, el entrevistador. Y luego, con su pinta toda de negro y su cara de man serio pero buena onda, salió Rubencito.

Sí, ese señor de negro entre Sarita Palacio y el amigo calvo, es el propio Rubén Blades.

Se sentó. Se puso sus gafas, que lo hacen ver aún más como ese papá que ha hecho tantas cosas en la vida y que ha pasado por tantas situaciones, que uno siente un respeto, un respeto bonito.


Rubén en su concierto en Medellín en 2010, cantando El Padre Antonio.
Con sus gafitas puestas ♥

Mister Blades empezó hablando de Carlos Fuentes (otro viejo hermoso que posee toneladas de cheveridad), razón por la cual lo amé mucho más de lo que ya lo amaba.  Contó que Fuentes le dijo que, para él, uno de los grandes méritos de la canción popular era llevar argumentos a un público que, en general, es poco lector (por poner un ejemplo, Pedro Navaja).  Luego habló de su trabajo Agua de Luna, basado en cuentos de Gabo, y contó que muchos lo calificaron de pretencioso por “habérselas dado de muy poeta” y lo atacaron por eso. 

“Llamé a la Fania a preguntar si necesitaban un cantante”
En 1974, Rubencito se graduó de abogado en Panamá. Su familia dejó el país por problemas con el gobierno de esa época. Él también se fue, y así, recién graduado, preocupado por plata, y con una ingenuidad que, según él, todavía lo acompaña y no quiere perder nunca, llamó a la Fania a preguntar si necesitaban un cantante.  Claramente le dijeron que no, pero le ofrecieron el puesto de cartero.  Hasta que la gente de la Fania se dio cuenta de que cantaba, y que lo hacía muy bien, y ahí empezó su exitosa carrera. 

“La otra gente escribía pa’ los pies, yo pa’ otra cosa”
Los temas recurrentes en la salsa (y yo diría que, en general, en la música) eran (y son) los desamores, los amores, la traición de la pareja, de los amigos.  Rubén Blades no quiso hacer más de lo mismo, y siguiendo su interés por la crónica, empezó a incorporar el estilo de ese género en las letras de sus canciones.   Escribir esas piezas no correspondió, según Rubén, a ninguna decisión comercial, pues precisamente las disqueras pensaban que la gente lo que buscaba era música para bailar, y no una historia para seguir, o un argumento para pensar.  Y bueno, con el gran éxito de su trabajo “Siembra”, Mister Blades le mostró a todo el mundo, que la gente no solo buscaba un son para moverse, sino que escuchaba, entendía y se identificaba con esas canciones.
Rubén en su concierto de 2010 en Medellín, mostrando que canta increíblemente
y que no tiene calzas en los dientes.


“Yo soy de izquierda, pero  de la izquierda inteligente”
Después de los triunfos en la música y el cine, llegó un momento en la vida de Rubencito en que vio la abismal diferencia que había entre Pablo Pueblo y él.  Saber que su acomodada situación económica y su estatus social se debían al dinero de tantísimos Pablos Pueblo que habían comprado sus discos he ido a sus conciertos, le hacía sentir una contradicción permanente, que decidió resolver dejando esa situación de comodidad, saliendo “a hacer las cosas donde son, en la calle”, según sus palabras.  Ahí llegó a la política, primero lanzándose como candidato presidencial de Panamá, en el 94 “con un partido medio de izquierda, medio ecológico”, y luego ocupando el Ministerio de Turismo de ese país, en 2004.  Al inicio de su período como ministro, empezó un programa de acercamiento a los jóvenes de las pandillas de la ciudad de Colón, donde, a pesar de que fueron pocos los que salieron definitivamente de ese mundo, logró mostrar que, aunque difícil, es posible que este tipo de personas tengan un cambio en sus vidas.  Para hacer su tipo de política, considera que no debe seguirse ciegamente una ideología o rechazar de plano otra.  Allí mencionó que era de izquierda, pero de la izquierda inteligente: la que tomaba modelos e ideas buenas para obtener resultados buenos.


“Yo no sé cómo he hecho 32 películas”
Una vida “anárquica”, considera Rubencito que ha tenido, refiriéndose a lo raro que es ser abogado, cantante, actor y ministro.  Más allá de lo extraña que suena esta combinación, son profesiones que están completamente ligadas a una vida pública, lo cual, de cierta manera, se contradice con su reservada forma de ser.  Habló de su primera película, The Last Fight, (dijo que era pésima, así que, siguiendo su consejo, no la veré), donde actuó al lado del boxeador Salvador Sánchez.  Comentó su paso por los Archivos X, donde, a pesar de haberle advertido a Chris Carter que no matara a su personaje, terminó colgando los guayos.


“Llega un momento de la vida en el que hay más pasado que futuro”
Mister Blades se casó de 38 años y no ha tenido hijos.  Dijo que le hubiera parecido una irresponsabilidad tenerlo y dejarlo con otras personas mientras trabajaba y viajaba, pues “si lo vas a tener es porque lo vas a criar”.  En este momento piensa que podría tener hijos, que es el único momento adecuado que ha visto, y que se siente bien no habiéndolos tenido antes y viviendo como ha vivido.  Habló de su felicidad, que es ser íntegro, consistente y coherente entre lo que siente, hace, dice y piensa.
Qué cheveridad de viejo.  Lo amo ♥

La mona Maite se nos emocionó
Se acabó el conversatorio y empezaron las preguntas y comentarios del público.  La trompetista Maite Hontelé, bastante emocionada, le expresó a Rubencito su gran admiración por su trabajo y le dedicó una corta interpretación en su trompeta.  “El sonido que logras es muy bonito, y bueno, tú también”, le dijo Mister Blades a la mona, y bueno, todos estuvimos de acuerdo.

La trompetista Maite Hontelé, tocando para Rubén Blades.

Y bueno, se acabó todo.  Como dije al principio, quedé amando a Rubén Blades más de lo que ya lo amaba, y listo, ya está decidido: cuando sea grande quiero ser como él. 


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